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CRITICAS

Temporality, illumination and poetry:

The aesthetics of Noel Dobarganes

 

  • Time and memory

 

The work of Noel Dobarganes (Matanzas, Cuba, 1977) focuses on time and memory as fundamental axes of reflection. His paintings are laden with elements that simulate dry leaves, roots, crumpled papers. When we are in front of his works, our minds make a trip to the past: the artist places us in front of the imprint of something that had life in the past, and slowly dissolves or deteriorates in the present. Hence his works are so mysterious and enigmatic.

 

Many of his paintings also pay tribute to emblematic figures of world history or art history: Leonardo Da Vinci, Charles Chaplin, Homer, Marilyn Monroe, Ernest Hemingway and José Martí are just a few examples. For Noel it is important (and imperative) that we know our history, so that we do not return to mistakes of the past.

 

  • The light

 

Another protagonist in Noel's paintings is light. In his pieces, light dominates and decides everything. It is the beginning and the end. For this, the artist uses many effects of glazes and transparencies whose final result is a very delicious light and chromatic vibration. In this direction, most of the time the subject becomes a mere pretext for plastic experimentation. More than the speech or the message, the artist is interested in playing with the effects of lights and shadows. 

 

  • Style and pictorial genres

 

Noel Dobarganes is a versatile artist, who has moved between abstraction and figuration very fluently. Likewise, he has expressed himself in rural landscapes, animal representations, human faces, female nudes, among others. Some distinctive elements of his style are the dynamism and visible movements of the compositions, the marked chromatic contrasts, and a great complexity in the relation figure/background (almost always surpassing the first one above the second).

 

Noel likes the complexity of color, areas and lines. His spaces are loaded in a way that sometimes we get a certain “horror vacui.” The artist likes decoration, ornament. On the other hand, textures also have vital importance in his works: seductive textures, full of sensuality and life. Virtual or real textures, in all cases inciting us to touch the surfaces of the works.

 

The paintings of Noel Dobarganes are that: a true feast for the senses.

 

  • The poetry

 

The relationship between man and nature, the unpredictable effects of light, as well as the links between past, present and future, are approached by the artist through multiple layers of paintings that overlap each other. In the conjugation of all this is the essence of the visual poetry that distinguishes Noel Dobarganes.

 

 

Píter Ortega Núñez

Curator and Art Critic

Miami, January 2017

EPIPHANEIAS

Por Antonio Correa Iglesias

 

I

 

Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir en su visita a Cuba en marzo de 1960, elogiaban el carácter, naturaleza o propensión de la intelectualidad cubana –el intelectual tal y como lo “definiera” Pierre Bourdieu - por la cultura y espiritualidad francesa en oposición a la dimensión pragmática e instrumentalista de la cultura americana. Esta distinción adquiere hoy más que nunca significación cuando se pretende analizar la deriva a la que ha sido sometida la intelectualidad cubana de y en el exilio.

La ubicuidad a la que se ve abocado el intelectual exilado, suele ser lacerante. Los roles se yuxtaponen y no siempre el tiempo juega en favor de ello. En el campo teórico es quizás donde ésta ubicuidad es más degradante. La instrumentalidad pragmática de una sociedad como la americana, da poco espacio a la espiritualidad francesa. En esta ubicuidad –que habla mucho del esfuerzo personal por salir adelante en una sociedad de acogida- se debate toda la producción visual, conceptual y sonora de una intelectualidad cubana que ha rebasado la territorialidad de la isla para abrirse al mundo. De modo que emitir un juicio sobre la producción visual o conceptual desconociendo esta coyuntura, equivale a no ser imparcial, en tanto se obvian las coyunturas de un proceso de creación. Para mí, este es un elemento a considerar a la hora de analizar cualquier producción contemporánea. No basta con decir que la obra de fulano es comercial, si se desconoce o sencillamente se obvia esta necesaria distinción.

Particularmente en los campos de las artes visuales se ha dado esta suerte de lapidaria estigmatización; condicionando muchas veces la capacidad crítica y discursiva en torno a la obra de un artista visual. Dado el caso, hay que tener la agudeza de estilo para entrever donde comienza y donde termina en la producción de un creador de imágenes su acto pragmático y su potencia espiritual. Sobre todo, si se es, o si este es consciente de ello.

II

La obra de Noel Dobarganas llegó a mí de forma súbita y atropellada, como quien, en un cúmulo de detalles, comienza a habitar en una ficción o en laberinto. La riqueza visual en el trabajo Noel Dobarganas denota una profunda sensibilidad que contrasta con una sobriedad casi estoica en su vivir. Noel Dobarganas tiene claro su acto pragmático y su potencia espiritual, porque él, como muchos otros cubanos exilados le ha tocado vivir esa punzante ubicuidad.

Quizás las dos primeras preguntas que me vinieron a la mente cuando comencé a mirar su trabajo no estuvieron asociadas directamente a la crítica de arte como “disciplina”. Fueron la historia y la filosofía –como campos del conocimiento- las que me llevaron a la siguiente formulación: ¿Qué significa ser contemporáneo? ¿Qué nos hace pensar que el diálogo con lo canónico en las artes visuales contemporáneas no es necesario?

Uno de los valores fundamentales del arte contemporáneo ha sido el hecho de que ésta ha revisado y ha puesto en cuestión todas las cartografías así como las maneras a partir de las cuales se ha construido una narración e historicidad muchas veces unilateral. Este cuerpo crítico ha conducido a una suerte de sensibilidad postmoderna, no siempre calibrada en su sentido y mesurabilidad crítica. Esta situación condujo a que durante las décadas del setenta y el ochenta del siglo XX la pintura fuera “desestimada” ante formas menos convencionales utilizadas por el conceptualismo, el arte antropológico o el minimalismo por solo mencionar unos ejemplos.

Sin embargo lo canónico –tal y como lo plantea Harold Bloom en The Western Canon: The Book & School of Age, 1994- tuvo la virtud de re-semantizar su discurso desde visualidades contemporáneas. El conflicto quizás radica en el hecho de que lo canónico en las artes visuales a diferencia de la literatura pretende ser desmontado, es lo que Rafael Rojas en “Un banquete canónico” llama “angustias de las influencias”. Las artes visuales contemporáneas cargan con este fardo y se encaminan, como Jesús hasta el monte Calvario no siempre auxiliado por Simón de Cirene, sino por críticos despiadados que, incitan, como el demonio colérico a negar todo cuanto es posible negar en función de establecer un patrón que, en el tiempo, derive a tendencia. Quizás por ello el discurso postmoderno en lo que se refiere al nihilismo (que han llamado positivo) sea una de las pautas cuando de diálogo canónico en torno a la historia del arte se trata.

El carácter reduccionista en la búsqueda de lo contemporáneo obedece -muchas veces- a una visión y comprensión hasta cierto punto maniqueista que pondera el borrón y cuenta nueva, soslayando –en muchos casos- la incapacidad de dialogar con una tradición. Woody Allen quien no es solamente un creador de imágenes ha visto –por ejemplo- en el arte contemporáneo la coyuntura idónea para explorar y depurar ideas y visualidades.

Ahora, siguiendo la lógica de las dos preguntas iniciales, ¿qué conflicto existe o puede existir con re-visitar lo clásico? La literatura cubana lo ha hecho, y no ha generado conmoción, sino más bien admiración. ¿Qué es sino “La expresión americana” o “La cantidad hechizada” de José Lezama Lima, sino un balance crítico de la tradición occidental?

Noel Dobarganas re-visita una tradición clásica con mirada oblicua, como quien transita entre dos aguas, como quien destila lo mejor de ambas para generar una visualidad meticulosa. Poco de cubana tiene la pintura de Noel Dobarganas y sí mucho de la pintura norteamericana, particularmente la obra de Chuck Close, Mel McCuddin o del pintor canadiense Andre Desjardins. La fascinación por lo clásico desde una visualidad y lenguaje contemporáneo, han llevado a Noel Dobarganas a una exploración visual que van más allá del revival.

La pauta preliminar –en el proceso- se va distanciando y transformando una vez que gana autonomía como obra. La fascinación por el tiempo –en sus lecturas de Ilya Prigogine-, por el tiempo perdido, los rostros absolutos en la firmeza de los espejos –como el poema de Lezama Lima-, las antípodas, el deseo fugaz de la fascinación, son elementos que van construyendo una visualidad intensa e infinita, una visualidad que desborda el cuadro. Por momentos tenemos la percepción de una fractalidad vidriosa, que se apodera de la imagen para terminar cosificado en la excepcionalidad de un rosetón de Reims.

Noel Dobarganas es un pintor excepcional, es un pintor que reivindica el oficio de su escritura simbólica. Porque el arte es precisamente eso, la capacidad de crear símbolos, de crear un lenguaje y un sentido, la capacidad de crear una densidad conceptual. Gille Deleuze propuso esta “analogía” en “¿Qué es la filosofía?”. En la filosofía, como en el arte quien sea capaz de generar una dimensión conceptual, tendrá habilidades para enfrentar el caos, el orden primordial del discurso. Noel Dobarganas lo hace y lo hace bien. Su “hieratismo” simulado, genera formas que se expanden; son imágenes que devoran la extensión de sus lienzos. La aparente fragilidad de sus actantes se disipa, para reorganizarse en infinitas entidades totémicas. La causalidad en la obra Noel Dobarganas rompe su habitual teleologismo para dar paso a una súbita densidad caosmica -como lo llamara Joyce-. Nada es estable, no hay un centro, aunque tengamos la geométrica ilusión de una centralidad. La continuidad apriorística se diluye en su trabajo, todo es súbito, inesperado. Suerte de epiphaneia como revelación profunda.

Noel Dobarganas tiene claro -como pocos- su acto pragmático y su potencia espiritual. Su obra se va abriendo paso en esa consciente ubicuidad. Evocativa y profunda, como quien rememora una historia, una poética; Noel ebulle en sus inquitudes temporales, en sus lienzos sensibles. No solo re-escribe -de cierta manera- la historia del arte, sino que la re-semantiza en un susurro que desemboca en delirio. No temo decir que Noel Dobarganas habita eso que José Lezama Lima llamaba “la cantidad hechizada”, sabiduría que se expresa desde el silencio. Noel tiene esa rara cualidad de lo cosmológico y lo tribal, obsesionado por la unidad perdida que el recupera con prudencia y rebeldía en sus lienzos.

Una fina rareza como luz refractaria confluyen en el. Noel es un pintor de ribetes sombríos, pues en una gruta policromada de luz, ha encontrado la superabundancia de lo desconocido. 

 

 

Miami, Florida, 04.2019

NOEL DOBARGANES (1977) / PARAÍSO PERDIDO O HALLADO

 

  •  Seguro que el cubano NOEL estuvo marcando sus sueños con unos paisajes tropicales y caribeños que fuesen la aspiración real y plástica de unas incertidumbres que enaltecían su forma de hacer, la que había ensayado mucho tiempo hasta encontrarla.  

 

  •  Él quiere y hasta cree conseguir lo contrario que Schopenhauer: que cualquier obra que conciba sea una verdad en sí misma que no se le escape, pues es esencia y materialidad depurada de su experiencia pictórica y creativa. Pero también son tempestades metafóricas, augurios cromáticos que nos lanza para desconcertarnos y atraernos a su silencios.   

 

  • Así es como llega a una abstracción que implica, dentro de esos horizontes, llanto, lágrimas y texturas, pigmentos que destapan pieles, cielos, vegetaciones y hasta rostros. En el fondo es un expresionismo de una conciencia de un color topográfico en la diáspora, motivo por el cual se hace introspectivo y más bello.   

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Adiós

no quiero nada.

Adiós adiós. No puedo

repetir más los gestos

las palabras.

Adiós.

(Idea Vilariño)

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